lunes, 22 de junio de 2015

Desayuno



Entre la medialuna

y el café

transcurre una mirada

que la palabra no alcanza a descifrar.

Revolotea, hace guiños,

traza una historia

sin deudos.

Sobre la mesa

conspiran los gentiles 

sabores

de una mañana de enero.

Vaga sin tropiezos la sonrisa,

la expectación, la ingenuidad.

La taza humeante concentra

las improbables querencias.

Con ligereza, los dedos abandonan

el plato y van tras otra

porcelana

que también es piel.

Sin sucumbir al trasnocho,

los sueños se degustan 

lentamente,

lejos aún de las migajas.





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